Neurólogos

Cada problema que afecta al cerebro es particular y se puede manifestar de formas variadas, sin embargo hay algunas señales generales de alerta como: 1) Debilidad o parálisis corporal. 2) Movimientos anormales e involuntarios, como temblores o dificultad para caminar. 3) Pérdida de equilibrio. 4) Dificultad para tragar o sensación de tener algo en la garganta. 5) Convulsiones o episodios de temblores y una aparente pérdida del conocimiento (convulsiones no epilépticas) 6) Episodios de falta de pérdida de consciencia e incapacidad de reacción a estímulos externos.

Un neurólogo es un médico especialista capaz de tratar médicamente, terapéuticamente, farmacológicamente y paliativamente las enfermedades crónicas o agunas del sistema nervioso. El Neurocirujano es capaz de atender pacientes con enfermedades o condiciones de salud del sistema nervioso que requieran intervención quirúrgicca. Es también un médico con estudios de 1 o 2 años en las áreas de cirugía general, cirugía pediátrica o en ortopedia y traumatología, con estudios de años en Neurocirugía.

Para diagnosticar y precisar los trastornos neurológicos, los exámenes más comunes suelen ser: 1) Tomografía computarizada (escáner CT). 2) Resonancia magnética (IRM). 3) Resonancia magnética funcional (FIRM). 4) Tomografía por emisión de positrones (PET). 5) Ecografía (también llamada sonografía). 6) Angiografía cerebral. 7) Tomografía computarizada con emisión de un fotón único (SPECT).

Si, el neurólogo infantil, o neurólogo pediátrico, es un médico especialista que trata a los niños con problemas del sistema nervioso. Los problemas del sistema nervioso pueden empezar en el cerebro, en la columna, en los nervios o en los músculos.

Antes de consultar con el neurólogo, es importante que se haga un estudio clínico juicioso con diferentes especialistas, como el médico pediatra, el neuropsicólogo, el psicólogo clínico, el psiquiatra infantil, etc., para evaluar la necesidad de reimitir al niño o no. Algunas señales de alerta son: 1) Sospecha de trastorno por déficit de atención con / sin hiperactividad. 2) Retrasos en el desarrollo global y motor. 3) Trastornos del lenguaje. 4) Crisis epilépticas (ausencias, convulsiones) con o sin fiebre. 5) Sospecha de retraso o capacidad intelectual por debajo de lo esperado. 6) Trastornos del aprendizaje escolar como la dislexia.

Es usual que para diagnosticar una enfermedad neurodegenerativa como el Alzheimer se realicen análisis de sangre, una exploración de las funciones cognitivas por parte de un neuropsicólogo y una prueba de neuroimagen (una TAC o una resonancia magnética). En determinados casos, también podrán llevarse a cabo pruebas más complejas para asegurar un diagnóstico preciso y efectivo.