se puede prevenir el alzheimer? hay casos en mi familia y no sé si puedo hacer algo para que no me de a mi

— Aunque no sé quién pregunta, siento que le embarga la preocupación por prevenir el Alzheimer y, en este sentido, no querrá usted una respuesta de libro textual ni superficial como se tratan estos asuntos en revistas de divulgación.
— Para solucionar su pregunta, debemos entender con sentido común, cómo es el proceso involutivo mental o demencial del envejecimiento.
— Discutiendo con un antiguo colega, el profesor Dr. José Luis Patiño (q.e.p.d) y leyendo algunos apuntes suyos, entendí que el problema del envejecimiento natural inquieta al público general o a los médicos, por...que es difícil conciliar el mundo fraguado a lo largo de una vida con el mundo de nuevos modos, usos y costumbres de las generaciones más jóvenes. Esto da lugar a incomprensiones y conflictos entre personas añosas y grupos de edad diferente; luego, es erróneo decir que todos todos los síntomas que se exhiben en la ancianidad son consecuencia inevitable del envejecimiento propiamente; y, es posible que haya manifestaciones del envejecimiento condicionadas por la sociedad en que le ha tocado vivir a uno.
— Cada comunidad grande o pequeña, según sus determinantes socioculturales , hace de la vejez una etapa de vida fructífera o infructuosa, una edad digna de consideración o merecedora de indiferencia y, esto, nos conduce a opinar que biológicamente, la vejez humana significa un proceso necesario, pero, biográficamente contiene los rasgos de carácter de nuestra personalidad previa; y es precisamente aquí donde cobra valor e importancia la función social/productiva que una mujer o un hombre pueda tener o no tener.
— Comúnmente, en la cultura actual el proceso de envejecimiento es tórpido y, a la hora de ir envejeciendo, se pierden intereses. La cantidad y calidad de pérdidas de interés determinan la edad psicológica y el estado de salud o enfermedad del anciano. El caudal de inquietudes, que se tenía en tiempos de juventud y madurez, disminuye. Es frecuente que al principio del ocaso, la vivencia misma de pérdida provoque perplejidad en el viejo y por ende confusión o intranquilidad psicomotora. Sin embargo, conforme pasa el tiempo empieza una lenta habituación a vivir menguado y, entonces, de la perplejidad y angustia iniciales se pasa gradualmente a la indiferencia progresiva.
— Eso es lo común en el proceso de envejecimiento en nuestra cultura, pero, en lo que pudiéramos llamar envejecimiento sano, el tiempo psíquico debe ser tranquilo y ancho, pudiendo aprovecharse ese vivir apacible y reflexivo, meditabundo y de trabajo creador, de sabiduría y consejo. Este tipo de vejez debe coincidir con la del anciano sabio; un arquetipo hecho pedazos por los tiempos que corren, porque para alcanzarla hacen falta varios elementos esenciales: equilibrio psicosomático o madurez de la personalidad, estabilidad socioeconómica y status sociomoral adecuado.
— En esta situación compleja del envejecimiento, donde confluyen múltiples factores biológicos, psicológicos y socioeconómicos, se entiende por qué el público general y (lo peor) los médicos, frecuentemente se confunden entre el envejecer fisiológico y el envejecer con enfermedad; esto da lugar a errores teóricos, de diagnóstico y de terapéutica. Lo anterior tiene su origen en que el envejecimiento, por sí mismo y en cuanto tal, exhibe alteraciones funcionales de rigidez emocional y déficit que, según el grado, pueden situarse en zonas fronterizas con la patología de la senilidad. Tal situación, pone a prueba la pericia y responsabilidad del médico al tener que valorar un supuesto proceso de involución atávica más la enfermedad. En este sentido, debemos recalcar que tanto la infancia con su falta de maduración, como la senectud con su regresión involutiva, son propiamente procesos de la curva vital humana y, bajo este ángulo debemos siempre recordar que "vivir y envejecer esencialmente son lo mismo".
— La angustia del viejo surge de su propia existencia amenazada por la muerte y, también, de la interacción social o relación interpersonal de coexistencia con las dos generaciones anteriores: los jóvenes y los adultos.
— El quid está en que: si coincidimos usted y yo diciendo que es bueno prolongar la vida de los seres humanos, es indudable que cada vez será más imperativa la necesidad de enfocar y plantear adecuadamente la problemática tanto teórica como práctica de la senectud. Pero de la senectud en general y no solamente de las demencias pre-seniles o seniles de Alzheimer, Pick, Parkinson, Jakob-Creutzfeldt u otras demencias vasculares, infecciosas o tóxicas
— Si la medicina y la sociedad, por medio de distintas instituciones, colaboran activamente formando viejos en serie, es patente que deban adquirir frente a ellos y sus familiares una responsabilidad, una teoría y una necesaria doctrina. Es improcedente que ese conglomerado humano, progresivamente creciente de viejos, constituya una carga y un estorbo para esa misma sociedad que lo ha hecho posible; pero cuando esto ocurre, existe, a no dudarlo, una contradicción en la cultura.
— Y para lo anterior diría el Dr. Raúl Benítez Zenteno (q.e.p.d) del Instituto de Investigaciones Sociales en la UNAM, que todo eso implica confrontaciones necesarias que puedan expresarse en términos de un acuerdo nacional (o si usted gusta internacional) en que se discutan nuestros escenarios demográficos futuros en relación con las posibilidades a mediano plazo de nuestro proyecto de desarrollo. Claramente, estamos ante la posibilidad de una sociedad de viejos y además, sin expectativas y pobres para los años que siguen. Estamos creando una sociedad inviable en muchos sentidos. Poco o nada se discute sobre metas demográficas viables. Poco o nada se discute acerca del tipo de familias que se tendrán. Poco o nada se discute el valor ético intrínseco de la política de población. Hasta ahora, la política de población se ha nutrido sólo de encuestas en salud, pero, por ahora, lo cierto es que la gran ausente en esas políticas sigue siendo la población misma.
— El panorama por hoy es sombrío para la mayoría de la gente y, así, no me sorprende que usted o yo estemos preocupados por la pregunta que me formuló.
— Con lo que estoy escribiendo, comprenderá usted por qué digo que, para prevenir algo como Alzheimer que no conocemos bien, una receta como la siguiente es vana y superficial; mire usted y me dirá:
Evite fumar; controle factores de riesgo cardiovascular (tensión arterial alta, colesterol alto, diabetes, etc.); siga una alimentación equilibrada (p.ej. dieta mediterránea, verduras, frutas, proteína magra, fuentes proteicas que contengan ácidos grasos omega 3); realice actividad física y manténgase socialmente activo (lo cual incluye ejercicio aeróbico, golf, etc.); mantenga un peso saludable; cuide su salud mental; use habilidades de pensamiento (cognitivo como las habilidades de memoria, haga gimnasia mental); evite lesiones en la cabeza; trátese de la pérdida auditiva; y, limite el consumo de bebidas alcohólicas. ¿Se da usted cuenta querido amigo? Esta receta es de una fuente seria, pero en mi opinión es extravagante e inaplicable para la mayoría de los mortales que vivimos sobre la fas de la tierra.
— Del modo en que expuse la respuesta a su pregunta, quisiera decirle respetuosamente que hasta donde se sabe actualmente sobre los trastornos preseniles o seniles, no conviene preocuparnos tanto para prevenirlos sino mejor será ocuparnos por lograr envejecer sanos. En ese sentido, si vivir es envejecer, entonces la calidad de vida para las condiciones socioculturales, psicosociales, socioeconómicas y geopolíticas en que usted y yo nos desenvolvemos, la podremos alcanzar ocupándonos de las Actividades Diarias de la Vida humana (por sus siglas en inglés ADLs, Activities of daily living). Elo es establecer cada uno según sus posibilidades cierto equilibrio en los quehaceres cotidianos; como decía el Rey Salomón en Eclesiastés:
Hay un tiempo para nacer y otro para morir; un tiempo para enfermar y otro para sanar; un tiempo para destruir y otro para construir; un tiempo para llorar y otro para reír; un tiempo para abrazarse y otro para dejar de abrazarse; un tiempo para guardar y otro para desechar; un tiempo para amar y otro para odiar; un tiempo para la guerra y otro para la paz; un tiempo para guardar silencio y otro para hablar...
— Y... llegado aquí debo callar, no sin decir antes gracias por su interesante pregunta sobre la que todavía hay muchísimo qué discutir. Decirle también que espero haber contestado aproximadamente a su pregunta sin aburrirle demasiado. Finalmente, para mejorar la calidad del acaecer en la vida, primero cuídese usted razonablemente con sus propios recursos para poder luego cuidar de sus seres queridos; como en los aviones primero póngase usted la máscara de oxígeno para poder ponérsela a los demás. Leer más